-No era mi intención-
¡Lo siento!, ¡perdona!, ¡disculpa!;
que el ver la fachada te haya llevado a pensar que el interior era igual,
que aquella tranquilidad que denotaba el entorno, no reinara de igual forma en sus adentros.
¿Te decepcioné?
No era mi intención.
Porque soy así.
No era mi intención.
Porque soy así.
Pensabas que al abrir la puerta encontrarías luz y encontraste oscuridad,
que al pasar por debajo de aquel marco responderías a tus preguntas
que al pasar por debajo de aquel marco responderías a tus preguntas
y encontraste más dudas y más misterios.
Y pensar que aun así, con esa incertidumbre que provocan las dudas del querer saber que pienso,
no te hicieron desistir,
por ironía, las hiciste tus aliadas,
se volvieron contra mi, me hicieron temer, también dudar, y hasta quererte…
por ironía, las hiciste tus aliadas,
se volvieron contra mi, me hicieron temer, también dudar, y hasta quererte…
quererte…, y quererte con temor,
eso fue lo que provocó que mis manos se dedicaran a estrangular aquello que empezaba a nacer.
Porque me niego a querer,
porque el querer conlleva un sufrimiento, soy cobarde en mis adentros,
eso fue lo que provocó que mis manos se dedicaran a estrangular aquello que empezaba a nacer.
Porque me niego a querer,
porque el querer conlleva un sufrimiento, soy cobarde en mis adentros,
¡¿es que no ves?!,
que esas paredes de concreto que yacen por fuera, se vuelven de cartón por dentro,
no acepto el involucrarme así, sabiendo que los resultados no pueden ser buenos para mi.
¡No! ¡Jamás!
Tendré que conformarme con el haber querido hacer y no haberme atrevido...
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